Dr. Longino Soto Pacheco
Abstract
Los que fuimos asignados a rotar con él, por allá en los años 60, en aquella incipiente Escuela de Medicina de la cual él fue un promotor, nos encontramos un hombre fuerte y serio, pero con sentido de humor, lleno de dicharachos y anuente a entablar conversación sobre cualquier asunto con cualquier persona, aunque siempre tratando de imponer su razón. No era raro verlo sentarse a jugar tablero con un paciente en su misma cama de hospital o contra algún colega que no podía resistir la tentación de tratar de ganarle