Revascularización miocárdica: cirugía o angioplastía?
Abstract
Desde que se realizó la primera angioplastía coronaria percutánea con balón hace 30 años, se han ido superando poco a poco sus limitaciones como eran la necesidad de un equipo quirúrgico en espera ante la posibilidad de una disección o de una trombosis aguda o “reoclusión”, el abordaje de lesiones complejas y sobretodo, la reestenosis producida por la respuesta endotelial inflamatoria primero y proliferativa después, ante la fractura de la placa ateromatosa por el balón. El advenimiento de las prótesis endovasculares o stents coronarios produjo una reducción significativa de este fenómeno. En la década de los 90’s se hicieron varios ensayos que compararon los resultados a largo plazo de esta terapia con la revascularización quirúrgica utilizando puentes de arteria toráccica interna o vena safena, el bypass coronario, en pacientes con lesiones en al menos 2 vasos coronarios. Se encontró que si bien
la angioplastía percutánea aportaba resultados equivalentes en el corto plazo y con mucho menos morbilidad, sus beneficios se reducían a lo largo del tiempo, en parte por la aparición de reestenosis y por ende necesidad de reintervención. Y las cosas no han cambiado mucho
desde entonces.